Invierte en pensar estratégicamente, te irá mejor. Si es que estás a tiempo. Y un alerta para emprendedores.
Al borde del abismo todos cambiamos. Lao Tsé.
Hemos señalado en el artículo anterior (consejo 2) que ante el nuevo modelo económico mundial que tiene cómo premisa ir solo por lo conveniente e ir solo por lo necesario, y dada una transformación tecnológica digital, de las turbulencias e incertidumbre de esta transición donde el mercado seguirá contrayéndose ante una recesión económica con inflación y escasez de suministros y productos que dada una disminución de la oferta con cambios radicales en las formas de consumo, más las demás variables geoeconómicas mencionadas en artículos anteriores, pone a las empresas en la disyuntiva entre ahorrar o invertir. Dilema que sin duda, determina la sobrevivencia futura de tu empresa.
Si el enfoque es el ahorro a través de disminución de gastos y costos mejorando la operación, procesos, sistemas, etc., incrementando por lo tanto tu productividad y eficiencia, esta se justifica por una razón de liquidez y contar con un ahorro para situaciones imprevistas. Además, tiene sentido si tienes asegurada una demanda de tu producto o servicio que garantice utilidades. Si el ahorro tiene la finalidad de ser canalizado en cierta proporción para una inversión que tiene como objetivo la expansión comercial, entonces, ahorrar permite mejorar la rentabilidad futura de la empresa.
Inteligencia Sabia ante Agotamiento de un Modelo Funcional de Negocios.
Sin embargo, los hechos demuestran que la mayoría de las empresas están enfocadas en ahorrar ante un mercado que se está contrayendo cada vez más y enfrentan problemas de liquidez. Situación, fenómeno y tendencia que se darán al menos hasta el 2024 en lo que madura el nuevo sistema económico mundial. Entender y tener presente con vista de águila este comportamiento del mercado y la economía, es fundamental para no dispersarse en la complacencia mental. Es inexorablemente el futuro que viene. Ante el rompimiento de las cadenas de suministros, su escasez e incremento en sus costos desvalida todo sistema productivo, comercial y financiero, es un modelo operacional de negocios que sigue una inercia, pero realmente ya se agotó, lo ineficiente e improductivo tendrá que irse o desaparecer ante la era de la economía digital y el reacomodo de oferta y demanda. A finales de este 2022 se sentirán aún más sus estragos de esta transición.
Es un hecho ya muy real que muchas empresas han cerrado, quebrado o están a punto de desaparecer. Esto es una depuración dónde queda fuera todo convencionalismo tradicional y sea cual sea la razón por la cual una empresa ya no es viable. Las empresas que saben cómo ahorrar e invierten para su crecimiento y viabilidad en el futuro son las más inteligentes, las más sabias. Poseen una intuición estratégica privilegiada. Es decir, saben hoy como adaptarse con inversiones que incrementan su productividad, mercado y rentabilidad.
“La maldición de la realidad complaciente”,
Las empresas que ahorran y no saben cómo, en qué y en dónde invertir son las que no han sabido adaptarse, están en el limbo, es decir, entre la vida y la muerte. Carecen de pensamiento estratégico. Pero de igual forma, las empresas que han disminuido gastos sin poder ahorrar dada una disminución de sus ventas, con un alto grado de endeudamiento y falta de liquidez, todavía piensan a estas alturas que las cosas van a mejorar o ser como antes.
Este tipo de empresas ni poseen pensamiento estratégico y se aferran en funcionar dentro de una falacia mental que está fuera de la realidad y las tendencias, la no aceptación de que el mundo cambió radicalmente, en la no aceptación de la pérdida flotando en el limbo. Ambos tipos de empresas padecen lo que se denomina: “la maldición de la realidad complaciente”. En otras palabras, padecen “el síndrome del gladiador invencible” que luchan contra un fantasma. Es decir, estar en acción sin ningún sentido y dirección acertada. Incluso, siguen aferrados a una forma de vida de abundancia cuando su empresa los necesita. Se comprende por nuestra condición humana, pero hay que reaccionar. Lo primero que hay que hacer es detenerse día a día un tiempo o lo que sea necesario para pensar, repensar y volver a pensar. Incluso, toda esta recomendación va también para emprendedores de la nueva era digital económica y de negocios.
Pensar Estratégicamente es de poderosos con intuición.
Pensar estratégicamente es lo más inteligente y sabio ante la incertidumbre. Significa invertir en analizar las condiciones del mercado, las tendencias de su industria, el comportamiento, tendencias y hábitos de los consumidores, la capacidad que se tiene ante las cadenas de suministros e incluso identificar una nueva área de oportunidad de negocios. En otras palabras, es invertir en visualizar un escenario posible y anticiparse con una estrategia ganadora. Si bien parece una labor abrumadora y difícil por una falta de cultura o hábito de pensar estratégicamente, es la única posibilidad de adaptarse o la de reinventarse con una nueva área de oportunidad haciendo un aprovechamiento óptimo de los recursos disponibles. En caso de que no tengas la capacidad intelectual o emocional de hacerlo, contrata a un experto que te apoye. Si te domina la incredulidad de seguir este consejo pensando que no lo necesitas, te diré algo: “tarde o temprano, es mejor estar parcialmente en lo cierto que estar totalmente equivocado”.
Lo que gratificará este esfuerzo es reanalizar el mercado objetivo para adaptarte y focalizar bien tu inversión que viene del ahorro para crecer e incrementar tu rentabilidad hacia el futuro o reinventándote con un nuevo producto o servicio que conecte hacia nuevo mercado objetivo. En ambos casos, la estrategia con la que conectarás con tu mercado objetivo es la que alinea óptimamente tus recursos disponibles o garantiza la racionalización de los recursos para lograr el objetivo de rentabilidad, y además, el plan de acción para la ejecución de la estrategia te permitirá crear un nuevo modelo de negocios competitivo sostenible en el tiempo.
La innovación radical y extrema es la que verdaderamente cuenta.
Para adaptarse o reinventarse, tu estrategia, así como tu modelo de negocios deben ser innovaciones radicales y extremas. Puedes aprovechar las innovaciones de otros: tecnologías, sistemas y procesos. Pero eso no es ser innovador. Solo lo que tú creas por ti mismo es innovación. Las innovaciones de otros te ayudan a adaptarte principalmente para mejorar tu producto o servicio, o para ser más eficiente, productivo y rentable. Aunque también puedes innovar, claro.
Sin embargo, reinventarse es cuando se crea en el mercado algo que todavía no existe con viabilidad en el futuro. Es Innovación pura. Ambas posibilidades vienen de pensar estratégicamente, y ambas posibilidades pueden combinarse entre sí para crear una verdadera diferenciación en tu sector de negocios. Esto lo determina el proceso de pensar estratégicamente dónde puede resultar un área de oportunidad aun no vista entre adaptarse o reinventarse. Pero recuerda: una estrategia ganadora clara y bien definida es la que hará realmente adaptarte o reinventarte.
La virtud de una estrategia ganadora.
La estrategia es “el Cómo Ganar” para lograr un objetivo. Es la chispa de genialidad que han tenido los grandes estrategas. Para que surja esa idea ganadora se requiere aprender a pensar estratégicamente. Eso es. Solo así tendrás claridad en la toma de decisiones. Sin claridad incrementas tu incertidumbre y los riesgos. Tener claridad no tiene precio. No te aferres ni te sientas cómodo en “la maldición de la realidad complaciente”, peor aún, que te sientas a gusto “en el síndrome del gladiador invencible” por no pensar estratégicamente. Esta complejidad de nuestra era requiere una reacción augusta que es propia de un espíritu de lucha más racional y consciente de la realidad, que por más adversa que parezca se requiere de la precisión de un verdadero estratega.
Lo mismo pasa con los emprendedores que con gran intuición identifican un área de oportunidad potencial conforme a tendencias e invierten en la promoción de su producto o servicio, sin embargo, no invierten en pensar estratégicamente y van a todas sin definir un mercado objetivo y peor aún, no tienen una estrategia ganadora, clara y poderosa en cómo enfocarse para conectar exitosamente con dicho mercado. Así que dispersan sus recursos día a día en su acción constante y caen inevitablemente en “el síndrome del gladiador invencible”, culpando todo de sus pobres resultados o de su fracaso.
Enfrentando la Ignorancia de uno mismo.
Lo anterior se comprende humanamente, ya que los fracasos suceden porque ignoramos muchas cosas, pero no por ser incompetentes. Nos vence nuestra propia ignorancia. Recuerda en todo momento de decisión que una estrategia es la distancia más corta entre aprovechar un área de oportunidad y el objetivo de rentabilidad que se quiere alcanzar. Y una mayor virtud es la de encontrar la simplicidad dentro de lo complejidad. En la simplicidad de una estrategia está su genialidad.
Según un estudio reciente de la Universidad de Oxford Inglaterra, concluye que el 85% de los nuevos proyectos de grandes empresas fracasan por no tener clara una estrategia a seguir, es decir, por no tener claro cómo ganar ante el escenario incierto que enfrentamos. Si las grandes empresas fallan en crear una estrategia ganadora, ¿por qué no fallarán las medianas y pequeñas empresas que no piensan estratégicamente? Es muy posible que las grandes empresas se den el lujo de perder en proyectos que no resultaron dada una amplia gama de recursos con los que cuentan. Pero tu, ¿te puedes dar ese lujo? Es mucho lo que está en riesgo, ¿no crees? Piénsalo.
David Rendón
Experto en Crear Estrategias Ganadoras y Planeación Estratégica.